martedì 1 marzo 2016








"El Rey de Hierro (M. Druon): Una aproximación desde el maquinismo”

Para esta actividad se busca encontrar, dentro de obras literarias, la presencia de las máquinas. 
La obra elegida es el primer libro de una saga llamada Los Reyes Malditos. El escritor de esta saga logra narrar una parte de la historia de la Francia Medieval, que tuvo mucha importancia coyuntural para todo el continente Europeo. Esta novela histórica sabe situar al lector en la vida cotidiana de monarquía, que esta cargada de detalles cuidadosamento estudiados por el autor.
Quizás algunos de ustedes no hayan oído hablar del libro, pero si de una serie de libros (y de televisión)  llamada Canción de hielo y fuego (Juego de Tronos). Hoy en día su popularidad ha aumentado y, curiosamente, el otro día leí un artículo en donde George RR Martin decía que el verdadero Juego de Tronos era esta serie - Los Reyes Malditos-, haciendo referencia a las intrigas históricas que cuenta Druon sobre las familias de la nobleza francesa e inglesa (Capetos, Valois, Artois, Borgona, Plantagenet, Mortimer, etc) y diversos conflictos con los Templarios, el Papado y las Cruzadas. 
Naturalmente, una historia ambientada en la Edad Media, esta constreñida a las tecnología disponibles en esa época (pre Revolución Industrial), pero aún así se puede indagar sobre los principales usos de las máquinas en este período.

Una de las máquinas que se nombran en la obra son las carretas. Principalmente son usadas para transportar gente y son referidas en el texto como el medio en la cual se trasladan los prisioneros.

“Los prisioneros fueron empujados hacia la carreta. Molay subió primero. El comandante de Aquitania, el hombre que había rechazado a los turcos en San Juan de Arce no salía de su aturdimiento; fue preciso izarlo. El hermano visitador movía los labios hablando a solas sin cesar. Cuando a Godofredo de Charnay le llegó el turno de subir, un perro invisible comenzó a aullar del lado de los establos. Luego, tirada por cuatro caballos a la pesada carreta se puso en movimiento.” (pág. 40)

“En el patio de la abadía, esperaban tres grandes carretas con colgaduras negras, y messire Alán de Pareilles hacía alinear, a la rosácea claridad del alba, a los sesenta caballeros, con perniles de cuero, cotas de malla y cascos de hierro, que formarían la escolta del convoy, primero hacia Dourdan y luego a Normandía.” (pág. 190)


Otra mención relevante a las máquinas puede ser apreciada cuando se describe el trabajo de los Banqueros de Paris (llamados Lombardos por ser italianos),

“Una decena de dependientes se ocupaban de los clientes que entraban y salían sin cesar. Los contadores hacían sus cálculos con ayuda de unos tableros especiales, colocados sobre cajas, donde apilaban fichas de cobre. La galería entera resonaba con el sordo zumbido del comercio.
Mientras avanzaba rápidamente, el obeso banquero de Siena saludaba a alguno, rectificaba alguna cifra, zamarreaba a un empleado o hacía rechazar, con un niente pronunciado entre dientes, una demanda de crédito.” (pág. 111)


Por último, otra aparición de las maquinas dentro de esta obra literaria está fuertemente relacionada con las torturas. El libro trata de la historia de Francia Medieval y esta práctica era común, sobre todo en los interrogatorios (por parte de la Inquisión y de la justicia Real). Con respecto a este punto, existen muchas máquinas de torturas que se desarrollaron en esta época y el autor las inserta en la obra, cuando habla de distintos casos; por ejemplo, cuando se presenta a Jacques de Molay y algunos otros Templarios y cuando son condenados los amantes de las Princesas Francesas involucrados en el Escandalo de la Torre de Nesle.

“Había padecido también, últimamente, el tormento de la garrucha, tal vez el más espantoso de todos los que sufriera. Ataron a su pie derecho el peso de ochenta kilos y por medio de una cuerda y de una polea, lo izaron, ¡a él, a un anciano!, hasta el techo. Y siempre con la voz siniestra de Guillermo de Nogaret: “Vamos, messire, confesad...” Y como se obstinara en negar, tiraron de él una y otra vez, más fuerte y más rápido, del suelo a la bóveda. Sintiendo que sus miembros se desgarraban, que le estallaba el cuerpo, comenzó a gritar que confesaría, sí, todo, cualquier crimen, todos los crímenes del mundo.” (pág. 32)

“Durante la noche habían elevado el entablado; se alzaba a dos metros sobre el suelo y aguantaba dos ruedas colocadas horizontalmente y un tajo de encina. Detrás se levantaban las horcas.
Dos verdugos. Los mismos del interrogatorio de los hermanos de Aunay, pero vestidos ahora con sobrevesta y capuchones rojos, subieron por la pequeña escala a la plataforma. Detrás de ellos dos ayudantes traían unos cofres negros que contenían los instrumentos de la tortura. Uno de los verdugos hizo girar las ruedas que chirriaron. La gente se echó a reír como si aquello fuera una gracia de titiritero. Se decían bromas, se repartían codazos y comenzó a circular de mano en mano una bota de vino de la que bebieron los verdugos entre aplausos de todos.
Cuando, rodeada por arqueros, apareció la carreta que conducía a los hermanos de Aunay, el clamor fue elevándose a media que se distinguía mejor a los condenados. Ni Gualterio ni Felipe se movían. Unas cuerdas los sujetaban a los postes de la carreta, sin las cuales no hubieran podido tenerse en pie. Las limosneras brillaban en su cintura sobre las calzas desgarradas.” (pág. 191)






English Version


“ Iron King (M. Druon): An approach from machinism "

For this activity it is required to find, within literary works, references to machines.
The chosen piece is the first book of the “The Accursed Kings” serie. The writer of this saga manages to tell a part of medieval France history, which had a momentous importance for the entire european continent. This historical novel is able to place the reader in the daily life of monarchy, with plenty of details carefully  studied by the author.
Perhaps some of you have not heard of the book, but you might have heard about a series of books (and a TV drama series) called A Song of Ice and Fire (Game of Thrones). Today its popularity has increased and interestingly, a couple of days ago I read an article where George RR Martin said that the true Game of Thrones was this series – The Accursed Kings-, referring to the historical intrigues related by Druon  concerning the french and english nobility at the time (Capetian, Valois, Artois, Burgundy, Plantagenet, Mortimer, etc) and various conflicts with the Templars, the Papacy and the Crusades.
Naturally, a story set in the Middle Ages, is constrained to the technology available at that time (pre Industrial Revolution), but still some traces of the use of machines in this period can be found.
One of the machines present in this book are chariots. Mainly they are used to transport people, specifically in this text, they are referred as the medium in which the prisoners were transferred.

“Los prisioneros fueron empujados hacia la carreta. Molay subió primero. El comandante de Aquitania, el hombre que había rechazado a los turcos en San Juan de Arce no salía de su aturdimiento; fue preciso izarlo. El hermano visitador movía los labios hablando a solas sin cesar. Cuando a Godofredo de Charnay le llegó el turno de subir, un perro invisible comenzó a aullar del lado de los establos. Luego, tirada por cuatro caballos a la pesada carreta se puso en movimiento.” (pág. 40)

“En el patio de la abadía, esperaban tres grandes carretas con colgaduras negras, y messire Alán de Pareilles hacía alinear, a la rosácea claridad del alba, a los sesenta caballeros, con perniles de cuero, cotas de malla y cascos de hierro, que formarían la escolta del convoy, primero hacia Dourdan y luego a Normandía.” (pág. 190)

Another important mention of the machines can be appreciated when it is described the work of Paris Bankers (called Lombards for being Italian),

“Una decena de dependientes se ocupaban de los clientes que entraban y salían sin cesar. Los contadores hacían sus cálculos con ayuda de unos tableros especiales, colocados sobre cajas, donde apilaban fichas de cobre. La galería entera resonaba con el sordo zumbido del comercio.
Mientras avanzaba rápidamente, el obeso banquero de Siena saludaba a alguno, rectificaba alguna cifra, zamarreaba a un empleado o hacía rechazar, con un niente pronunciado entre dientes, una demanda de crédito.” (pág. 111)

Finally, another important reference of machines within this literary work is strongly related to torture. The book deals with the history of medieval France and this practice was common at this time, especially during interrogation (by the Inquisition and the royal justice). Regarding this point, there are many machines of torture that are reported used and the author inserts them into the play. These machines are present in different cases; for example, Jacques de Molay  and other Templars prosecution and in the punishment of the lovers of the french Princesses involved in the Tour de Nesle Affair.

“Había padecido también, últimamente, el tormento de la garrucha, tal vez el más espantoso de todos los que sufriera. Ataron a su pie derecho el peso de ochenta kilos y por medio de una cuerda y de una polea, lo izaron, ¡a él, a un anciano!, hasta el techo. Y siempre con la voz siniestra de Guillermo de Nogaret: “Vamos, messire, confesad...” Y como se obstinara en negar, tiraron de él una y otra vez, más fuerte y más rápido, del suelo a la bóveda. Sintiendo que sus miembros se desgarraban, que le estallaba el cuerpo, comenzó a gritar que confesaría, sí, todo, cualquier crimen, todos los crímenes del mundo.” (pág. 32)

“Durante la noche habían elevado el entablado; se alzaba a dos metros sobre el suelo y aguantaba dos ruedas colocadas horizontalmente y un tajo de encina. Detrás se levantaban las horcas.
Dos verdugos. Los mismos del interrogatorio de los hermanos de Aunay, pero vestidos ahora con sobrevesta y capuchones rojos, subieron por la pequeña escala a la plataforma. Detrás de ellos dos ayudantes traían unos cofres negros que contenían los instrumentos de la tortura. Uno de los verdugos hizo girar las ruedas que chirriaron. La gente se echó a reír como si aquello fuera una gracia de titiritero. Se decían bromas, se repartían codazos y comenzó a circular de mano en mano una bota de vino de la que bebieron los verdugos entre aplausos de todos.
Cuando, rodeada por arqueros, apareció la carreta que conducía a los hermanos de Aunay, el clamor fue elevándose a media que se distinguía mejor a los condenados. Ni Gualterio ni Felipe se movían. Unas cuerdas los sujetaban a los postes de la carreta, sin las cuales no hubieran podido tenerse en pie. Las limosneras brillaban en su cintura sobre las calzas desgarradas.” (pág. 191)


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